Una Elamnta con el alma enmohecida por el exgothismo y las esteriotepas pegadas al esternón, está encizañada en no dejar comer empanadas en hora de tramasjo a mis sirvientas. Ellas son asturianas de nacimiento, igual que yo (a diferencia de ella), y nos comportamos muy bien, además que su tramasio es cien por ciento perlijo (a diferencia también). Pero la Elamnta no aprecia la felicidad ajena. Es más, la envidia.
Yo era el dueño de todo este ercuadrado predial. Estifaba empanadas con toda mi familia, que al olerlas escurrían la lengua extasiados. Hasta las sirvientas expallaban por los pasillos eclanando, agitando los brazos “en Asturias se estifan las mejores empanadas. Asturias. Asturias. Asturias. El reino de la empanada expulenta” cual cántico guerrillero. Se embutían millones de kilos de empanadas de distintas especias todos los días y a cualquier hora; al esagujar las botas cobrizas para caminar, luego del exso diligente con la Elamnta, alcaer estruputosariamente ebrio por las escalonatas. Las empanadas llovían radiantes entre todas las personas que vivían conmigo.
Ahora en cambio, la Elamnta ha silenciado los cánticos guerrilleros y el olor eclasional de la remolacha con cebolla recién sacada del horno. Pero mis familiares y empleadas, muy hambrientos (llegando al punto de atripadez) me aconsejan preparar a escondidas por la noche estronesísimas empanadas, toda una legión romana emvestidas de lanzas, escudos y espadas que canten a todo pulmón por la abertura donde se riega el limón (esa que se abre cuando quieren hablar) “en Asturias se come a la Elamnta. Asturias. Asturias. Asturias. El reino de la armonía invencible”
Luego, acudir en marcha a su dormitorio de noche y abrir la funda de su almohadón para insertar a los guerrilleros con sigilo, como encasillando todo su coruplecia en una maza abierta que prepara comerla, y por más que grite o llore o faniqueé, se selle furóz, mientras duerme, a través de los años una delgada línea de harina que la rezaga al olvido, a manera de lámpara mágica, o mejor aún, una empanadamágica con una gran porción de remolacha escaculenta, pero perfectamente cerrada.
la reinserción de un estado-empanada en asturia (luego de muchas bajas en el lenguaje)
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